Este no debería ser el primer post de 2015 según mis
prometedoras resoluciones de año nuevo, que incluyen escribir al menos un post
semanal en este blog. Pero así es aunque no me lamento ya por ello. Hoy es un
gran día para todas las madres: empieza el cole… ¡por fin!
Como dice mi irónica amiga y RM Eva: “desde el cariño
que les tengo, deseo que se eduquen mucho, mucho, mucho”. Y es que a diferencia
de las vacaciones de verano, más largas y relajadas, estas dos semanas son
intensas y agotadoras sin apenas tiempo para la adaptación propia de un
entrenamiento adecuado. Sin negar el indudable carácter familiar de las
entrañables Navidades o de su carácter social, religioso, comercial, etc. en
este post quería reflexionar sobre el impacto de las navidades en nuestro plan
de entrenamiento ya que muchas comentáis lo rápido que perdéis la forma y lo
duro que resulta la vuelta. Pero os aseguro que no es para tanto si pensamos en
las causas de ese supuesto deterioro que no va a echar por la borda ni mucho
menos nuestro laborioso trabajo de los últimos meses.
1.
En
poco menos de dos semanas, comemos y bebemos de más y dormimos de menos.
2.
Nos
metemos la paliza de las compras, adicionales al trabajo fuera y/o dentro de
casa: de pie, cargadas de bolsas que estresan nuestra espalda, sufre nuestra
sistema circulatorio, especialmente si estamos en un centro comercial donde la
temperatura suele ser demasiado elevada lo que provoca presión en nuestros
tobillos y pies.
3.
Mantener
a los niños entretenidos y más o menos contentos es un gran desafío que también
requiere energía extra y genera el estrés propio que supone pensar que no
estamos pasando suficiente tiempo de calidad con ellos.
4.
Y
encima los compromisos familiares y sociales encima nos exigen tener un aspecto
estupendo: hay que comprarse algo, ir a la peluquería, etc.
5.
La
cocina (y recogida de la misma): nos encanta recibir a la familia/amigos y nos
esforzamos por cocinar algo rico y especial. Esto es una actividad extra que
genera estrés antes (decidir qué poner), durante (¿me saldrá bien?) y después
(la ingrata y nada alabada misión de dejar el campo de batalla como si nada
hubiera pasado).
6.
El
trabajo en la oficina y los cierres de final de año en los que parece acabarse
el mundo son aprovechados por muchos jefes para apretarnos todavía más las
tuercas antes de irnos de vacaciones.
Por todo esto, es imposible entrenar con normalidad
puesto que todo son actividades extraordinarias que nos desgastan sin beneficio
alguno sobre nuestro rendimiento deportivo y más vale aprovechar los
providenciales huecos para salir a correr simplemente y desfogarse. Si este es
tu caso, date la enhorabuena por haber superado la prueba y verás como en un
par de salidas encontrarás las buenas sensaciones que tenías antes de la
debacle. Sino, ningún momento es mejor que el presente para empezar.
Tradicional pavo asado (esto si conviene: muchas proteínas y pocas calorías) |
Chicas aprovechando uno de las últimas clases RM del año |
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