jueves, 8 de enero de 2015

Bendita Rutina


Este no debería ser el primer post de 2015 según mis prometedoras resoluciones de año nuevo, que incluyen escribir al menos un post semanal en este blog. Pero así es aunque no me lamento ya por ello. Hoy es un gran día para todas las madres: empieza el cole… ¡por fin!
Como dice mi irónica amiga y RM Eva: “desde el cariño que les tengo, deseo que se eduquen mucho, mucho, mucho”. Y es que a diferencia de las vacaciones de verano, más largas y relajadas, estas dos semanas son intensas y agotadoras sin apenas tiempo para la adaptación propia de un entrenamiento adecuado. Sin negar el indudable carácter familiar de las entrañables Navidades o de su carácter social, religioso, comercial, etc. en este post quería reflexionar sobre el impacto de las navidades en nuestro plan de entrenamiento ya que muchas comentáis lo rápido que perdéis la forma y lo duro que resulta la vuelta. Pero os aseguro que no es para tanto si pensamos en las causas de ese supuesto deterioro que no va a echar por la borda ni mucho menos nuestro laborioso trabajo de los últimos meses.

1.     En poco menos de dos semanas, comemos y bebemos de más y dormimos de menos.
2.     Nos metemos la paliza de las compras, adicionales al trabajo fuera y/o dentro de casa: de pie, cargadas de bolsas que estresan nuestra espalda, sufre nuestra sistema circulatorio, especialmente si estamos en un centro comercial donde la temperatura suele ser demasiado elevada lo que provoca presión en nuestros tobillos y pies.
3.     Mantener a los niños entretenidos y más o menos contentos es un gran desafío que también requiere energía extra y genera el estrés propio que supone pensar que no estamos pasando suficiente tiempo de calidad con ellos.
4.     Y encima los compromisos familiares y sociales encima nos exigen tener un aspecto estupendo: hay que comprarse algo, ir a la peluquería, etc.
5.     La cocina (y recogida de la misma): nos encanta recibir a la familia/amigos y nos esforzamos por cocinar algo rico y especial. Esto es una actividad extra que genera estrés antes (decidir qué poner), durante (¿me saldrá bien?) y después (la ingrata y nada alabada misión de dejar el campo de batalla como si nada hubiera pasado).
6.     El trabajo en la oficina y los cierres de final de año en los que parece acabarse el mundo son aprovechados por muchos jefes para apretarnos todavía más las tuercas antes de irnos de vacaciones.

Por todo esto, es imposible entrenar con normalidad puesto que todo son actividades extraordinarias que nos desgastan sin beneficio alguno sobre nuestro rendimiento deportivo y más vale aprovechar los providenciales huecos para salir a correr simplemente y desfogarse. Si este es tu caso, date la enhorabuena por haber superado la prueba y verás como en un par de salidas encontrarás las buenas sensaciones que tenías antes de la debacle. Sino, ningún momento es mejor que el presente para empezar.
Tradicional pavo asado (esto si conviene: muchas proteínas y pocas calorías)

Chicas aprovechando uno de las últimas clases RM del año

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